Buenas tardes señoras y señores, amigas y
amigos.
Estamos aquí para escuchar el Pregón de
Rafael Cordón Gámiz y a mí me cabe el honor de presentarle. Repito, es un honor
para mí, presentar a un Cordón en Las Navas.
Como es razonable, el objeto de la tarde
es escuchar a Rafael y por eso, trataré de que mi Presentación sea lo más breve
posible.
Voy a dividir la Presentación en dos
partes; en la primera trataré de Cordón y Las Navas, y en la segunda presentaré
a Rafael.
El abuelo de Rafael, Nicolás Cordón del
Valle nace en Lucena en el seno de una familia procedente de Granada y en los
primeros años del siglo XX aparece en Las Navas para casarse con la hija más
pequeña, Pasión, de un matrimonio muy de aquí; Antonio Córdoba y Pasión Cabezas.
Este matrimonio vive más de treinta años en nuestra aldea y aquí nacen sus
cuatro hijos, Antonio, Francisco, Nicolás y Araceli. El hijo mayor de Nicolás
es Rafael, nuestro Pregonero de hoy.
Durante los aproximadamente treinta años
que vivió en Las Navas, Nicolás Cordón del Valle dejó una profunda huella entre
nuestros paisanos de entonces. Lo que a mí me contaron mis padres y mis
abuelos, refleja la vida de un hombre cabal, un hombre de bien, amigo de sus
amigos y de una tremenda solidaridad. La solidaridad tan apreciada y necesaria
siempre, en aquellos años debió serlo mucho más.
Creo que está más que explicado porque
tenemos hoy aquí como Pregonero un Cordón, y porque yo siento un gran orgullo
en ser su Presentador.
Y ahora, brevemente presentamos a Rafael.
Rafael Cordón Gámiz vio la luz en el otoño
del 1950, en los albores de Septiembre, en la Plaza Nueva, esquina a Juan
Palma, donde su padre Nicolás Cordón Córdoba, navense ejercía como odontólogo y
su madre lucentina como ama de casa.
Pasó con más pena y lloros infantiles que
gloria, por las monjas de la Purísima y posteriormente, por los HH. Maristas,
hasta su Primera Comunión, ante la imponente majestad de la Patrona, en su
trono de salida, allá en Mayo del 1958.
Nicolás, inquieto por la educación futura de
sus cinco hijos, marchó como tantos, a Madrid, instalando su gabinete dental en
el céntrico y castizo barrio de Chamberí.
Acabado el Bachillerato y su
Preuniversitario de letras, marchó a Valladolid, para cursar estudios de
Medicina y Cirugía. Guardando un grato recuerdo de esa época y la ciudad “de
estudiantes, clérigos y militares”, que no llegó a cambiarle su acento andaluz.
Al licenciarse y por influencia paterna,
estudió en Madrid la especialidad de Estomatología, nombre que entonces tenía
la de Odontología, en el 1973.
Casado con Paloma, madrileña y del barrio,
tiene dos espléndidos hijos; Rafael y Sara, que no han seguido la tradición
galénica familiar.
Desde siempre, lleva a Lucena en su alma:
viajes en Semana Santa, Fiestas Aracelitanas y calurosos veranos inolvidables
en la “Huerta de San Pedro”, en la carretera de Rute, propiedad que fue, de su
abuelo materno, el abogado decano Don Antonio Gámiz Burgos.
El sonido de tambores y torralbo en la
postrera casa lucentina de la calle El Peso, los cohetes y santería desde los
miradores de Paco y Araceli Cordón Córdoba en Plaza Nueva y Llanete de San
Agustín, han cimentado su lucentinismo, avivado estos últimos años, con visitas
agosteñas al solar de sus abuelos paternos y de su padre: Las Navas del
Selpillar.
Inquieto por la historia local, es un
ávido lector de publicaciones sobre el pasado de su pueblo. Así, ha prologado
el libro “Historias lucentinas” del admirado cronista local Francisco López
Salamanca (2004) y artículos en la Revista de la Hermandad y Cofradía de los
Gitanos, sobre el prodigioso “Amarrao a la columna” del lucentino Pedro Roldán
(2003).
Relegada la práctica dental desde hace
nueve años, sigue actualmente con pasión la carrera literaria de su hija Sara
en la Universidad de Nueva York, transmitiendo a su familia las leyendas, la
historia y el amor hacia la tierra que vio nacer a sus antepasados paternos:
Las Navas del Selpillar.
Antonio Berjillos Doblas
Navas del Selpillar
25 de Agosto de 2016
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